Soy Ana Luisa Oropeza, presidente del patronato de Fundación ¿Sabías que…? I.B.P., estoy convencida de que todos los seres humanos tenemos sueños, los perseguimos, los saboreamos y cuando estamos en la profundidad dejándonos llevar por los torrentes y matices del mismo, nos cuesta aceptar que hemos despertado, a veces queremos inducir nuestra mente para mantenernos ahí, otras el respingo de la vida nos obliga a dar el siguiente paso, pero lo cierto es que queda la sensación, alerta y somnolienta acompañándonos durante todo el día y a veces, quizá por años.
He soñado con un país educado, un país en el que todos tengamos las mismas oportunidades y hablemos el mismo lenguaje, un país en el que podamos decidir por cuenta propia nuestro futuro y el de nuestros hijos, en el que el éxito y el fracaso no sea definido por la epistemología o por la geografía, sino por los cánones generalizados en una sociedad equitativa. Soñé también con la colaboración social y la hermandad, en la que podamos apoyarnos para escalar juntos la cima del bienestar y la felicidad… pero sucedió que desperté y me encontré ante la realidad de nuestro país que abruma y ofende, confunde y paraliza, nos empuja y a la vez detiene. Nos sabemos inmensamente ricos y nos sentimos profundamente pobres, los abismos se extienden y las rejas se levantan y ahí estamos los mexicanos, divididos, hablando lenguajes diferentes, compartiendo territorio pero arrebatándonos libertades, desperté y vi un país extenso y maravilloso con una historia que obliga a reflexionar, y entonces, llevo mi mente al éxtasis de la ensoñación e imagino niños impulsando a sus padres para generar un cambio sustancial, porque son ellos la semilla de la transformación social, son los niños de hoy los adultos que tomarán decisiones y riesgos el día de mañana y serán los niños sobre los que pese el desarrollo de una nación, así que respingué, me levanté, dejé la placidez de mi lecho y decidí “impulsar la transformación social a través de la educación” agitar a las mentes infantiles mostrándoles la fuerza de la gravedad en las hojas de un árbol, la magia musical en el trinar de los pájaros, los convido a que observen y cuestionen su entorno, los hemos tomado de la mano y acompañado para que crezcan en sí mismos aprovechando oportunidades.
¡Sueño con poder acercarnos a todos los niños del mundo! comprendo los límites de nuestra naturaleza humana y estoy satisfecha por poder sujetar a quienes así lo han deseado. En mi despertar descubro amigos y aliados y fuerzas sistémicas nublosas, hemos decidido mantener nuestra atención en los primeros, en aquellos que como yo, aún sueñan y se regocijan ante el ideal que persiguieron muchos de nuestros ancestros, porque es gracias a ellos que mantenemos la flama de la fe y la esperanza encendida demostrando en cada lección, en cada dulce y en cada abrazo que creemos en México, en nuestros niños y en la estafeta que deberemos pasar a fin de seguir con la construcción en años venideros de lo que por siglos se ha clamado como justicia social.
La reforma educativa que se ha planteado en nuestro país tiene grandes posibilidades de cumplir con las expectativas generadas, el modelo que se ofrece es innovador y pragmático, requiere de responsabilidad y compromiso, de amor al conocimiento y del deseo por compartirlo. Es necesario que quienes participen en el lo hagan convencidos sabiendo que el bienestar social se construye entre todos permeando en una atmósfera de paz y armonía. Lo afirmo con plena seguridad porque es un modelo que desde hace 7 años hemos implementado en el corazón de las comunidades que atendemos a través de nuestros programas. Es un modelo certero, que da grandes resultados, podemos decir que cuando hemos logrado caminar conjuntamente hacia el mismo objetivo ¡los resultados han sido asombrosos!