«Las personas necesitan un propósito que tenga significado, esa es nuestra razón de vivir. Con un propósito compartido, somos capaces de conseguir cualquier cosa»
Warren Bennis
No importa que se trate de Organismos No Gubernamentales, Organizaciones de la Sociedad Civil, Fundaciones, Asociaciones Civiles, etc. En teoría, todas estas denominaciones se aplican para designar a los grupos ciudadanos que tienden a apoyar, reforzar y coadyuvar en la construcción de sociedades más justas y equitativas.
No intentaré encontrar la justificación en el si somos mexicanos o humanos. El abuso y la rapacidad de la que hablaba Thomas Hobbes, al afirmar al “hombre como lobo del hombre” ha estado presente en nuestra naturaleza, sin embargo, frenar este instinto requiere de acciones eficaces y no placebos que adormezcan realidades ofensivas.
Pero también es cierto que el sistema es tan complejo que cansa, agota y succiona hasta el último suspiro de energía, cuando se intenta brindar apoyo -enseñar a pescar- dirían por ahí, a comunidades que no tienen ningún interés en hacerlo.
Y esa es la lucha que muchos ciudadanos organizados continúan haciendo todos los días, vendiendo boletos para rifar toda clase de cosas, eventos a beneficio, solicitando donativos a los familiares y amigos, peleando las convocatorias que ofrece la iniciativa privada, canalizando los recursos obtenidos a sus objetos sociales y cumpliendo cabalmente con la normativa del Estado para la rendición de cuentas.
La sociedad organizada, en apoyo a grupos desprotegidos, se sostiene en convicciones y utopías. Las que contaron con apoyos gubernamentales tendrán que buscar nuevas alternativas de subsistencia y, segura estoy que no les será nada fácil, máxime si llevan a cuestas la responsabilidad social que voluntariamente se echaron encima, las que no, podrán continuar su labor sobre el escabroso terreno de la dádiva compasiva, a la que ya están acostumbradas desde su origen. Sin embargo, no todo el panorama es negro, tenemos de frente la oportunidad de depurar un sector social, que como todos, no pudo evitar contagiarse por la deslumbrante ráfaga de corrupción y abuso de poder que nos tiene atrapados e inmovilizados a todos los mexicanos.
Apoyemos, como ciudadanos, a esas organizaciones que dejan el alma en el camino y que aún confían en la bondad intrínseca de la humanidad.
* Texto escrito por la Dra. Ana Luisa Oropeza Barbosa. Publicado en la columna “Cuestiones domingueras” el día 19 de mayo en el periódico Síntesis.